
Twitter no lo dudó: la se resiste a eliminar los anuncios de contenido político y juega un papel muy extraño como ‘juez’ por su parte en un extraño partido de tenis. La comparación no es nuestra, sino del propio Nick Clegg, responsable de comunicación de Facebook: ellos ponen la cancha, y lo que suceda en ella es cosa de los contrincantes.
La teoría lo soporta todo y a priori no suena mal: las plataformas soportan el contenido que es generado en el mejor paradigma de la libertad de expresión, pero… ¿Qué sucede cuando el contenido no es conforme con la verdad y además, puede determinar la voluntad política y provocar un cambio de gobierno? En esta incómodo brete se encuentra Facebook ahora mismo, que no terminan de lanzar promesas de cambio, aunque haya perdido, en parte, la confianza de sus s.
“Control inmediato del contenido político”
En un Brexit y los comicios electorales en Estados Unidos.
Según explica Clegg, Facebook confía desde hace tiempo en terceras empresas que hacen un control directo de la veracidad del contenido (el conocido como fast checking), pero atentos a esto porque los políticos se librarán de pasar por este proceso de verificación. ¿Por qué? Desde la red social corren a aclarar que ellos no son quienes deben determinar si un contenido político es válido o no, y en esto hay que reconocerles algo de razón: ¿es válido el discurso que roza la xenofobia o la homofobia?
¿Es fiable el contenido en Facebook?
Como bien explica Daniel Cooper en Engadget, la línea que separa la verdad de la mentira no es siempre gruesa en el discurso político puesto que, como sabes, todo puede interpretarse, y sería un error que Facebook inclinara la balanza en un debate político porque les podrían acusar de partidistas. Y con razón. En este alambicado entramado de medidas, Facebook sí que añade un filtro que afectaría a los políticos: si bien, como hemos apuntado, no vetaría su discurso, si una noticia ha sido marcada como falsa por las terceras empresas, no podrá ser empleada en anuncios políticos posteriormente.
Este contenido que no podrá incorporarse en la publicidad política afecta también a imágenes (sí, a los temidos memes) y vídeos. Pero espera, porque las medidas de control anunciadas todavía se pueden complicar más: Clegg recuerda que desde 2016 en Facebook rige una medida que sostiene que la red social mantendrá el contenido que vulnere las normas de la comunidad si prevalece el interés informativo. Esta extraña medida sitúa al en una incómoda situación ante Facebook a sabiendas de que puede estar consumiendo un producto, cuando menos, adulterado.
¿Es fiable Facebook? Como fuente única de información y a la vista de lo expuesto, la respuesta más rápida es no; quien quiera estar bien informado deberá consultar más fuentes y hacer ese esfuerzo para ampliar la perspectiva. Esta suspicacia está correlacionada, por desgracia, con niveles de educación y renta, por lo que a la postre y en un proceso electoral, los estratos sociales menos formados pueden ser determinantes a la hora de elegir un gobierno.
En este estado de las cosas, Facebook ha estrenado WhatsApp y vivir en una realidad paralela? Poder, puede, pero se marginaría en guetos. La mejor medida que uno puede adoptar ante un producto tan poderoso es la que aplica ya en el alcohol: consumir con moderación.